jueves, 14 de diciembre de 2006

No quiero ser como RBD

Con más de 10 años en mi haber de baterista, he pasado definitiva y necesariamente (claro que no siempre con buena suerte) por diferentes etapas en mi desarrollo musical: desde el grunge al rock progresivo, pasando por el punk, el jazz, el blues y cuanto género (que para su propia desgracia) haya llamado mi atención.

La década en que nací, los ochentas, fue una de las más glamorosamente ridículas que he conocido (directa o indirectamente), por lo menos en cuanto a look se refiere. A pesar de que siempre existe una notoria diferencia entre los distintos estilos que estuvieron en boga durante tal o cual época, hay rasgos similares o, por lo menos, bastante particulares que vale la pena destacar debido a su carácter emblemático. En los 80’s, por ejemplo, surgió el pintoresco dark, término radial que englobaba a distintos grupos de música, pero cuyos seguidores se caracterizaban por vestir con ropas extremadamente oscuras, cabellos desgreñados y, algunas veces, maquillaje blanco y negro, todo esto símbolo del eterno padecimiento de sus almas desoladas. En el extremo opuesto del estilo dark estaba el glam: las mismas fachas greñudas, pero ahora las ropas indicaban un modo de vida acelerado y excesivamente feliz.

La década de los noventas fue, sin embargo, la que me nutrió mayoritariamente en mi background musical. Este decenio, al contrario del que le precedió, representó un vuelco total en el modo en que los artistas se mostraban a su público. Lo que predominaba ahora era el desgano total por presentar una imagen particular. Un término común utilizado para definir el look es la "pose": durante los 90’s bien podría decirse que ésta se redujo a su mínima expresión, ya que los artistas se preocuparon mucho más por manifestar su propuesta a través de su música, dejando relegada la apariencia física. Lo "casual" era lo que predominaba, es decir, lo que no representaba nada en particular.

Con el cambio de milenio, y por diversos factores -tales como el auge monumental de la industria musical, así como el desarrollo masivo de la cultura de la imagen- ha retornado (y de qué manera) la importancia del look dentro de la propuesta artística de un músico. Hoy existe la opinión generalizada de que uno debe vender no sólo buena música, sino (y sobre todo) una buena imagen si se desea ser reconocido. Esta idea ha fomentado el surgimiento de grupos y solistas prefabricados de escasa o nula calidad artística y trascendencia en la historia musical, pero cuyo peso en los espíritus adolescentes de hoy en día es tan intenso como fugaz.

Particularmente, y por haber sido, como ya lo mencioné antes, nutrido por una década como los noventas en lo que a mi haber musical se refiere, siempre he sentido una suerte de reacción alérgica hacia los artistas que privilegian el look por sobre la calidad musical. Desafortunadamente, demasiadas veces me he sentido un desfasado luchando en contra del mundo. Tanto así que dentro de las mismas bandas de las que formo o he formado parte existe ese eterno conflicto entre lo que interpretamos y expresamos a través de nuestras canciones y lo que mostramos (en el sentido estrictamente visual de la palabra).

Tengo el cabello largo y lo llevo amarrado, y mi guardarropa se ha visto reducido (de alguna extraña manera inexplicable hasta para mí mismo) a incontables polos azules (más uno que otro de color distinto) y blue jeans. Si algo busco mostrar cuando me subo a un escenario es que el público pueda llevarse la impresión de que soy un baterista de una calidad, por lo menos, lo suficientemente llevadera como para compensar el valor de la entrada que pagaron o la media hora que tuvieron que soportarme frente a ellos. Como habrán podido adivinar, la elección de mi look a la hora de dar un concierto no me preocupa ni mucho menos.

Debido a mi actitud, que muchos ya estarán seguro tildando de anacrónica o retrógrada, muy pocas veces me he sentido perturbado por la llegada al Perú de dichos artistas prefabricados que he caracterizado líneas arriba. Mi preocupación va orientada de hecho más hacia la ausencia de artistas de calidad que llegan a este país. Sin embargo, desde hace varios meses y hasta hace algunas semanas, fui, junto con millones de peruanos, víctima del bombardeo masivo de un fenómeno denominado RBD que inevitablemente terminaría por llamar mi atención.

Surgida como producto regurgitado por el gigante mediático mexicano Televisa de su digestión de una alicaída teleserie argentina de adolescentes, la telenovela "Rebelde" fue la que finalmente condujo a la aparición de este sexteto de música pop, gestado en las entrañas de sus capítulos. Anahí, Alfonso, Dulce, Christopher, Maite y Christian son los nombres de los protagonistas de "Rebelde", y son quienes conforman a su vez el grupo RBD.

No tengo ninguna clase de prejuicio en contra de la música pop. No me considero un purista ni nada que se le parezca, una de esas personas que tildan cierta clase de música (precisamente aquella que gustan de oír) como "culta", "alturada" o "superior", y censuran el resto por no considerarla ni siquiera digna de ser escuchada por sus privilegiados oídos. En el disco duro de mi computadora conservo orgullosamente un amasijo de más de siete mil canciones que representan quizá uno de mis más grandes y preciados tesoros: temas de jazz, blues, rock, pop, salsa y folklore (junto con otros que no es posible incluir dentro de ningún género definible) se codean en las rutas digitales de mi PC.

Desde que existe la música pop hasta hoy en día (estamos hablando de toda la segunda mitad del siglo XX y de los infaustos años que para la historia musical representará algún día esta década), han existido muy buenos artistas dentro de este género. Así, en los cincuentas tuvimos al precursor del rock n’ roll Buddy Holly y a la joven promesa latina Ritchie Valens (quien popularizara La Bamba)*; en los sesentas, a los eternos clásicos Beach Boys y Rolling Stones; en los setentas, a los amados y odiados Bee Gees y a la diva rubia Olivia Newton John; en los ochentas, al paradigma del brit pop The Smiths y a la banda pionera del new wave norteamericano Blondie; en los noventas, a la banda de culto R.E.M. y a los siempre controversiales Oasis, y, en esta década (que ni siquiera tiene un nombre propio, aunque se me ocurren algunos que por respeto no menciono), el rock retro de garage de The Strokes y el sonido británico de la (paradójicamente) banda gringa** The Killers.

Regresando a RBD, personalmente no creo que ellos alguna vez lleguen a marcar alguna huella más que en aquellos que se hicieron ricos a su costa. En el Perú, la campaña promocional del denominado "El mejor concierto de tu vida" empezó desde varios meses antes la fecha señalada para el apoteósico evento, el 8 de noviembre de 2006. Para mí, un desentendido total de las telelloronas de Televisa, y mucho más de las disforzadas teleseries de adolescentes, enterarme de que RBD venía al Perú no me despertó ninguna clase de emoción, más allá de la curiosidad que también podría causarme la danza de la abeja melífera o la caída de la Bolsa de Valores de Abu Dhabi.

Sin embargo y para mi propio disgusto, casi diariamente debía tropezarme con por lo menos una pequeña nota informativa respecto al sexteto mexicano, esto debido a que por alguna extraña (o quizás monetaria) razón el periódico que leo parecía estar siempre al tanto del acontecer del grupo. Titulares como "RBD promocionará su disco en Lima" o "Anahí de RBD dice: «estoy sola y sin compromiso»" coronaban notas tan constantes como intrascendentes. Así, poco a poco me fui enterando de quiénes o, para ser más precisos, qué era este fenómeno que amenazaba recorrer Latinoamérica en su tour "Generación 2006".

Como mencioné anteriormente, RBD surge como consecuencia directa de la estrategia de merchandising de la telenovela "Rebelde", remake mexicano de la teleserie argentina "Rebelde Way". Esta producción gaucha engendró también su propio grupo musical de pop, el cuarteto denominado Erreway. Nada de original tiene, pues, el sexteto mexicano, no por lo menos en lo que a su gestación se refiere. Lo único que se hizo fue repetir una fórmula prefabricada: un conjunto de atractivos adolescentes de voz promedio y que cuyas canciones y ademanes reflejaran las ilusiones de millones de adolescentes alimentados durante años por los medios con el sueño de ser superestrellas.

Sus canciones, como es de esperarse, tampoco representan una revolución en cuanto a lo que temática de las letras se refiere: la desventura de ser un adolescente rebelde e incomprendido. Ni qué decir musicalmente: la balada pop, con su estructura verso-coro-verso, es alternada en sus álbumes y presentaciones con los ritmos de una suerte de pop dance electrónico popularizado durante los ochentas y noventas por artistas como los New Kids On The Block o Magneto y explotado hasta el cansancio durante esta década con mayor o menor suerte por diversos grupos.

¿Qué convierte entonces a RBD en un fenómeno de una magnitud tan monumental? La respuesta no está, definitivamente, en ellos mismos. Quizá habría que buscar en la mega escala a la que son promocionados por sus inversionistas como el producto musical de moda, quienes son a la larga los principales beneficiarios del éxito de la banda. De la banda como producto comercial, tanto como podrían interesarse por impulsar una lavadora o un auto.

Esto hace que retorne nuevamente al tema que rondaba las primeras líneas de este ensayo: el look. Ya que RBD no pretende ofrecer una propuesta musical distinta, o por lo menos auténtica (ya que simplemente reproduce fórmulas precedentes), su punto fuerte debe ser entonces el despliegue visual. Venden sus caras, su estilo de vestir, su "actitud rebelde y auténtica" (aunque ésta obedezca a los designios de sus asesores de imagen). Sus conciertos no son un placer para los oídos, sino para los ojos.

Desafortunadamente, la importancia que se le da a la "imagen" de una banda hace muchas veces que su calidad musical decaiga hasta límites tan o más risibles que el disfuerzo de sus poses. Tengo amigas que me dicen de algunos solistas o miembros de bandas, "que churro que es ese tipo" o "que tales abdominales que tiene", así como amigos que me cuentan de lo "buena" o "recontra power que está Fulanita, esa, la que canta en ese grupo que son los cinco que salían en la telenovela". Cuando se refieren a sus canciones, por lo general lo hacen de una manera vaga y superficial, y cuando realmente creen sentirse reflejados en el contenido de sus letras, no reparan en que se están identificando con refritos líricos producidos en masa.

Privilegiar la imagen por sobre el contenido ha degradado el espíritu del arte musical. La buena música (incluyendo al pop), la que se crea como expresión del interior del artista más que como producto comerciable, perdura, y casi nada de lo que se está haciendo hoy en día trasciende los escasos momentos de fama en que se puede permanecer como primer lugar en las radios locales, siempre bombardeadas por nuevos "talentos", hermosos y fugaces. "Video killed the Radio Star" es el título de un tema de The Buggles (incluido en un álbum que anecdóticamente se llama "The Age of Plastic"), y una vez más debo rendirme ante la imponente sabiduría que siempre parece esconderse entre las líneas de una vieja canción***.

Algo que siempre me ha parecido curioso es que muchos de estos artistas bonitos no hacen sino alimentar la creencia popular de que la belleza y la inteligencia no se llevan bien. No me malentiendan: disfruto de lo bello tanto como cualquiera, y no del modo alturado en que el esnob lo hace, sino que muchas veces (demasiadas diría yo) de la manera chabacana en que la representan los diarios chicha. Pero como todo músico que se respete, lo que busco es el deleite de mis oídos y no el de mis ojos cuando compro un disco o voy a un concierto.

Un profesor de mi Universidad dijo alguna vez que la música fue considerada en algún momento de la historia como la representación directa del estadio cultural y moral de los pueblos. Si RBD fuera el reflejo de nuestra sociedad, estaríamos viviendo en una civilización totalmente vacía de contenidos trascendentes, donde la relevancia del arte radica en el look y la pose más que en la verdadera expresión de la interioridad del artista.

En otras palabras: la ausencia de contenido en la música se debe a que las cabezas de los artistas están igualmente faltas de sustancia alguna. Tanto como para no saber ni dónde están parados: en su concierto en el Perú, la hermosa pero desatinada Maite gritó "Viva Chile", ganándose el abucheo masivo de su público, así como en Viña del Mar repitió su errata, pero esta vez profiriendo a viva voz un "Gracias Santiago" que no hizo sino confirmar mis sospechas del estado desértico en que se encontraba el interior de su encantadora cabecita de artista pop. Y, bajo riesgo de ser demandado, podría aventurarme a decir que en el camerino lo primero que le dijo su asesor de imagen fue algo así como "¿ves? Eso te pasa por pensar. Te dije que no te salieras del libreto".

Respondiendo a una pregunta acerca del éxito del cantante David Bisbal, el ex vocalista de Héroes del Silencio, Enrique Bunbury, dijo: "eso sólo demuestra que los artistas de ahora son simplemente caras bonitas que saben cantar muy bien en el karaoke", haciendo alusión a la forma en que Bisbal llegara a la fama. Qué se le hace: es Bunbury, no tiene remedio y así lo queremos. Él tiene la autoridad para decir lo que se le venga en gana: después de todo, es el legendario Bunbury.

Particularmente, y a pesar de lo que muchos puedan pensar después de aburrirse con este pasquín anti RBD, mis reparos no van hacia todos los artistas que cultivan su imagen. Hay muchas bandas con una fuerte carga visual dentro de sus propuestas, pero que de ninguna manera dejan de lado la calidad musical dentro de sus producciones: Iron Maiden, The Cure, Radiohead, entre muchas otras. Hoy ya no es posible lograr el éxito y la aceptación, que a fin de cuentas es a lo que aspira todo artista por más que lo niegue, sin vender un producto que conjugue imagen y música, (buena en el mejor aunque menos frecuente de los casos).

Claro que la regla siempre tiene su excepción. Si no, pregúntenle a la gente de Dream Theater, por muchos considerada como la mejor banda de todos los tiempos. Si hay algo que no tienen estos cinco músicos de conservatorio, originarios de Nueva York, es un look glamoroso ni mucho menos. Cada cual sube al escenario con la facha que se le antoje. No tienen ciertamente ninguna necesidad de compensar carencia musical alguna con un señuelo de ropas y espectáculo visual que distraiga a su público.

Dream Theater lleva 20 años en carrera y sigue llenando estadios. Mike Portnoy, su baterista, se viste para los conciertos como si fuera a jugar una pichanga de barrio: un polo o un bividí, un short bermuda y zapatillas deportivas. Su despliegue en el escenario, sin embargo, es capaz de dejar aturdido a cualquiera, incluso a él mismo: después de cuatro horas de performance, en varias ocasiones han debido llevárselo en ambulancia por agotamiento severo, siempre dejando atrás una muchedumbre de fanáticos satisfechos. No por nada ha ganado durante 10 años consecutivos el premio al "Mejor Baterista de Rock Progresivo" otorgado por la revista Modern Drummer.

Tendría que haber empezado a tocar batería hace 40 años si quisiera llegar algún día a ser la mitad de bueno de lo que es Mike Portnoy, pero para mi pesar tengo sólo un mal aprovechado cuarto de siglo de existencia. Sin embargo, nunca está de más soñar. Así, tal vez, si algún día llegara a ser tan bueno como él, no tendría que sostener nunca más aquella discusión con los miembros de mi banda cuando me piden que en los conciertos me suelte el pelo, use polos de colores más variados y, en general, no me vista (como algunan vez ellos mismos dijeron) como si fuera a comprar el pan. No quiero ser como RBD, pero aún no soy Dream Theater, y espero nunca gritar "Viva Chile" en mi natal y horrible Lima, que amo tanto.



* Cabe destacar que ambos, Holly y Valens, murieron en el mismo accidente de avión.
** Entiéndase como "estadounidense".
*** O, como dice Bunbury, "la música me abre secretos que ahora están dentro de mí".

5 comentarios:

F dijo...

Aja, interesante historia. Pero por que mal gastar tanto espacio en RBD. De hecho, yo me entere de que vinieron pero casi como quien oye llover.

Otra cosa, The strokes son los hijitos de Metallica, que a su vez son los hijitos de.. que a asu vez... y asi, Pero en tu recuento de las tendencias ochenteras obvias el metal. Eso suele suceder porque la musica electronica tuvo mas influencia ya que la tecnologia y la informatica experimentaron una revolucion comparable solo con la gran revolucion industrial de fines del s XIX, y eso..!

En fin, que donde queda AC/DC? no me digas que no pasa nada, y mira q el gorrito y la corbata y todo eso...

Pero si te apoyo en que mandes al caraxo a tus co-bandistas, de hecho si tocas aceptablemnte bien, ni siquiera tienes que bañarte para salir a una tocada.

vsol dijo...

estoy totalmente de acuerdo contigo en que en este momento hay demasiados grupitos musicales que viven de su cara, de su cuerpo y aun asi tenemos que soportarlos a diario, con todas sus historias que realmente no valen la pena escuchar porque de todas formas son cosas que le pasan a cualquiera,pero para que ellos se hagan famosos tenemos que aguantar verlos en todos los medios y lo peor de todo es que la mayoria del tiempo hablan de algo que no es musica.
yo estoy cansada de los cantantes que no tienen nada bueno que decir, sus letras siempre llegan a lo mismo y parece ser que cada dia se les reduce mas el cerebro!
en realidad yo soy muy joven y deberia de seguir a grupos como RBD, al igual que toda la gente de mi edad, pero por dicha que he encontrado puertas musicales que me llevan a lugares mas interesantes que a los que me pueden llevar esta musica. es cierto que a veces la apariencia puede ser importante, como decias The Cure, su imagen no se puede pasar por alto pero nunca es en detrimento de su musica, a diferencia de otros. pienso que esta epoca con respecto a la musica es bastante mala y al parecer muy pocos se dan cuenta, porque hay muchos "artistas" que no son buenos pero entonces ¿cuantos fans son tan ciegos como para que ellos tengan exito? triste, pero cierto....

Anónimo dijo...

ola soy una chica española hace unos meses se estreno en mi pais rbd en una canal ellos se ganaron la fama . la serie sera copiade de rebelde way pero con diferencias lupita (rebelde) no se va y luna (rebelde way)si no se casa luna si .son copiadas pero com grandes diferencias .y al menos el grupo esta junto .otros cantantes como bisbal se ganaron la fama por un concurso de mierda y su historia de amor como chenoa.yo creo k rbd si va a dejar huella por lo menos en españa puesto k este año hay mas de cinco grupos mexicano de gran exito en españa.si no te gusta rbd no lo critikes coño.

Naoto Tamura dijo...

Mi estimada Rosi, cuando hablo de similitudes entre ambos "proyectos", me refiero a la fórmula prefabricada que se dedica a colocar "grupitos de moda" en el mainstream, no a superficialidades como si los personajes dentro de la serie se casan o no: esa clase de detalles son los que le importan a gente que, como tú, gusta de la serie, la música y la "propuesta" refrita de RBD. Creo que no entendiste el hilo de este post. Pero bueno, qué podía, desde que eres su fan, esperar de ti.

Y si los critico es precisamente porque no me gusta lo que hacen. Tu "razonamiento" carece de lógica, al punto de ni siquiera ser digno de llamarse como tal. Nuevamente, me remito a tus gustos musicales para extrapolar acerca de tus carencias cognitivas.

Espero que hayas entendido lo que dije, aunque me muera de ganas de decirte que lo dudo.

karly dijo...

jajajajajaaa no se cómo entre tanto link y clicks llegué x akí .. y quería saber en que terminaba tu post y lo tuve que leer entero! ... coincido: mucho espacio dedicado a rdb!!

y pregunto: dónde estan los beattles en el pop de los 60???? y abba??? y michael jackson en el pop de los 80s? creo q si dejaron huella... pues al menos llegaron a mis oidos..

y tampoco mencionas a kiss y a slash cuando mencionas impacto visual+calidad...

x cierto para no querer saber nada de rdb estabas muy bien enterado jajajaja hasta los nombres te sabias!! no me enteré que vinieron a Peru, estaba en el internado en el 2006 y una vez mi tutor me pgtó que muñeca de rdb le podía comprar a su hija y yo me quedé en shock.. casi le doy un sermon pero mejor me kedé callada x atrofiarle los gustos a su hija jaja en fin... menos mal q ese asunto ya pasó ahora en nuestros días!

pero esto de los grupitos pop prefabricados viene de mas atrás (jackson five, menudo, magneto?) pero creo que ya en los90 empezó a denenerarse la cosa, aun dentro del mismo pop ya no había calidad: los insufribles bakstreet boys y los .. como se llamaban... bueno, los anteriores a esos, y los nsync... grupos equiparables al rdb al menos en cuanto a coeficiente calidad/look se refiere... y los seguirán habiendo :( y se irá haciendo cada vez mas infimo ese cociente jeje Y claro, el asunto no es sólo de quintetos, sino ahi tienes a marilin manson... ves? tampoco hay q idealizar epocas jajaja .. pero si que supiste elegir las opciones,

en fin! para un post largo ahi va un coment largo .. desfasado tb xD