martes, 10 de octubre de 2006

EL PAPEL DEL DESTINO EN LA VIDA Y MUERTE DE LOS HOMBRES: Ensayo sobre la Fatalidad en Crónica de una muerte anunciada

Desde el título, “Crónica de una muerte anunciada” se apura en augurarse como una narración acerca de la Fatalidad como hilo conductor de las vidas de los hombres. Un anuncio es un pronóstico, el cual no podría haber sido enunciado si es que no estuviera ya decretado de antemano. ¿Por quién? Bien podría llamársele Destino o Hado. Los designios de éste son vistos como irrefutables, y su autoridad es hecha valer a través de los actores humanos que se encargan de ejecutarlo, muy a pesar de la voluntad que estos tengan de cumplir o no con el rol que se les ha asignado.

Por su parte, la Muerte es la representación más literal de la Fatalidad de la Vida. El dramatismo de la oposición entre ambos términos (Muerte y Vida) potencia el simbolismo. No existe Destino más explícito que el fin de la existencia terrena: desde niños, a todos se nos es presentada la Muerte como El Límite por antonomasia. Y un límite no es más que el plazo otorgado para cumplir un plan: nuestro Destino está enmarcado por un círculo que se cierra cuando nos convertimos nuevamente en Nada.

Los personajes de la obra se encuentran movidos por un profundo sentido de la Fatalidad, expresada en diversas manifestaciones de la cultura y la idiosincrasia populares. El Código Machista que rige las cuestiones de honor en el pueblo no es sino la secularización del Destino en su sentido más metafísico; las señales del mismo son apercibidas a diestra y siniestra; los hombres reconocen su papel de actores en una trama mayor y ajena a su escaso alcance humano.


El Destino como guionista de las vidas de los hombres
Todos en el pueblo reconocen o buscan conocer su parte en el rompecabezas de la muerte de Santiago Nasar. Existen una serie de hechos fortuitos y únicos que suceden el día fatal, y que han sido propiciados de una u otra forma por las acciones de los pobladores.

Tal es la conciencia de saberse parte de un plan más grande que ellos mismos, que los pobladores desean que quede constancia (ante la Ley) de su participación en el Destino de Santiago Nasar. Los testigos se presentan ante el juez instructor sin ser llamados y cada cual cuenta su nivel de involucramiento en la suerte de la víctima, por más ínfimo que éste sea.

El sentido de ser llevado por una fuerza más grande que uno se presenta en la metáfora casi explícita de Santiago Nasar siguiendo las voces de quienes intentan salvarlo, cuando éste ya se ha enterado de que está signado para morir. De hecho, mientras se encontraba en el estado puro de la ignorancia, la víctima se escabulló tantas veces de los cuchillos de los gemelos Vicario que uno podría aventurarse a decir que su suerte no podría estar sellada sino hasta que él mismo se enterara de lo que le había sido designado ese día por el Destino.

Santiago Nasar no podía morir acuchillado hasta que no se enterara de que iba a morir, como si la revelación en pleno de su Fatalidad fuera en realidad la causa de su muerte, y no alguna de las siete heridas mortales que lo destriparon y desangraron. Cuando a un hombre se le otorga el privilegio de conocer el final del camino hacia donde lo conducen sus pasos, o renace o bien muere. A Santiago Nasar los puños desnudos no le fueron suficientes para sobrevivir a los cuchillos de matarife de los gemelos Vicario.

Es anecdótico el personaje del juez encargado de la investigación: su admiración por la Fatalidad es demostrada varias veces en las anotaciones que hace en el sumario del caso. «La fatalidad nos hace invisibles» es quizá una de las más memorables.


El círculo de la Vida
Quizá la metáfora más saltante para representar esta idea es el hecho de que Santiago Nasar empieza su día en la cocina de su casa, y regresa, finalmente, a morir en el mismo lugar. A pesar de que todo el pueblo había estado celebrando debido al matrimonio de Bayardo San Román y Ángela Vicario desde el día anterior, el nuevo día de la víctima empieza de hecho recién en la cocina.

El acto que inaugura las acciones de Santiago Nasar aquella mañana es el haberse despertado luego de un sueño de pájaros y árboles. Sin embargo, existe un hecho que celebra el Destino que le espera: los conejos que son destazados en la cocina por Victoria Guzmán. A quien va a morir se le es ofrecida una visión de su propio fin, una revelación, por lo que la inusitada sensibilidad de su reacción ante ella no fue más que la compasión ante el propio dolor reflejado en aquellos seres indefensos. Nos encontramos aquí frente a un rito de iniciación.

El círculo es completado cuando Santiago Nasar regresa a la cocina. Su muerte pudo producirse en el mismo sitio donde fue apuñalado, pero sean cuales sean los motivos que empujaron al moribundo a entrar en su casa, lo cierto es que acaba, finalmente, tendido en junto a las tripas de conejo.


La defensa machista del honor
El código de valores bajo el que se ampara el asesinato de Santiago Nasar, el código de honor machista que rige la vida del pueblo, es otra representación de la influencia arrolladora del Destino en la vida de los seres humanos. Del mismo modo en que no se puede escapar a los designios del Hado, la Ley tácita instaurada por el machismo conduce el accionar de los hombres, muchas veces en contra de su propia voluntad.

Bayardo San Román desata la tragedia al seguir el impulso de lo que le dicta su indignación de macho estafado, luego de que se da cuenta de que no es el primer hombre en la vida de su esposa. Todos los actos de Bayardo han sido, desde el momento mismo de su llegada al pueblo, realizados amparándose de hecho en el machismo: a pesar de su disfraz de hombre mundano y liberal, en el fondo no es sino otro caribe más que ha sido criado bajo el mismo código de valores que el sitio a donde va a buscar mujer, como buen macho. Muy a su pesar devuelve a Ángela Vicario a su casa de soltera, para ir a ahogarse luego en el pesar etílico de su propio dolor.

Por su parte, los gemelos Vicario hacen de hecho todo lo posible (siempre dentro del código de honor machista) para que alguien los detenga, o por lo menos para que prevenga a su víctima del peligro que sobre él acecha. Sin embargo, ellos saben que aquel día Santiago Nasar debe morir: eso es algo inevitable. ¿Por qué no se detienen a preguntar si es él verdaderamente quien le ha arrebatado el “honor” a su hermana? Tal proceder no tiene cabida dentro de la idiosincrasia del pueblo. Ángela Vicario sabía que podría desencadenar la muerte de un hombre; no obstante, actúa de la forma que le correspondía según la forma en que había sido criada.

Tanto el Machismo como el Destino son sistemas cerrados que no admiten que nada escape a sus reglas y resoluciones. El primero es una ideología fanática, y por tanto se encuentra recluido dentro del sesgo que sobre sí mismo se ha impuesto; el segundo es una entidad metafísica y está pues fuera del alcance de los mortales. Ninguno de los dos admite cambios que no se encuentren ya estipulados dentro de su mismo diseño o plan, respectivamente. Ambos han sellado, finalmente, la suerte de incontables hombres a lo largo de la historia.

lunes, 9 de octubre de 2006

LAS AGUAS NO PUEDEN RECLAMAR: Contaminación en la cuenca baja del río Chillón

El cauce del río Chillón está vacío. En los meses de verano, sin embargo, todos los ríos de la Costa vuelven a fluir, algunos con un flujo menudo y tímido, otros con la arrolladora fuerza de la Naturaleza cuando sabe ser destructiva. En marzo de 1998, en lo que fue el fenómeno del Niño con más fuerza de la década pasada, el río Chillón se desbordó e inundó 5 distritos: las poblaciones aledañas a la corriente en Puente Piedra, San Martín de Porres, Los Olivos, Ventanilla y Callao fueron arrasadas por las aguas. Los daños materiales y personales fueron cuantiosos.

Más que una arremetida injustificada de la Naturaleza, las continuas inundaciones que han afectado a la cuenca media y baja del valle del Chillón han sido consecuencia directa de la acción del hombre. Además de asentarse en zonas que constituyeron durante milenios el cauce natural del río, las poblaciones son perjudicadas por el arrojo de residuos sólidos a las riberas del río que ellos mismos realizan. Dichos restos, a su vez, ocasionan problemas como contaminación de regadíos y del ganado, además de ser foco infeccioso de distintas enfermedades.


Todas las aguas nacen impolutas
El río Chillón nace como producto del desagüe de las lagunas Chuchuncocha, Rihuacocha y Ullucocha, en la Cordillera de la Viuda. Recorre el departamento de Lima de Este a Oeste por 126 km, antes de desembocar en el Océano Pacífico, en la Provincia Constitucional del Callao.

Los afluentes del río Chillón provenientes de las lagunas convergen frente a la ciudad de Canta. Nada en la corriente que cobra forma en esta localidad hace sospechar que aquellas diáfanas aguas serranas terminarán convirtiéndose en una acequia pestilente al salir de Lima.


Cuando "río" es sinónimo de "vertedero"
Lima no se caracteriza precisamente por su limpieza. En el caso específico de las cuencas hidrográficas sobre las que se asienta la ciudad, y a pesar de los denodados (aunque algunas veces no tanto) esfuerzos de las municipalidades de la capital, la situación no es sino una manifestación más de esta triste realidad. La falta de educación ambiental, así como la ausencia de servicios de desagüe y de recojo de basura, han hecho que los ríos Chillón, Rímac y Lurín se hayan convertido en colectores naturales de los residuos de las poblaciones apostadas en sus riberas.

El ingeniero Carlos Alva Huapaya, de la Dirección General de Salud Ambiental (DIGESA), realizó un estudio acerca del efecto que produce la acumulación de estos desechos en las riberas de los ríos. Existe una «alta contaminación del agua, por las descargas en abundancia de residuos sólidos que los mismos pobladores arrojan», además de contribuir al desborde del río durante la época de lluvias, afirma. Como anécdota, el ingeniero Alva cuenta que, mientras obtenía muestras de agua para su estudio, es por poco golpeado en la cabeza por una bolsa de basura arrojada desde un puente. «Arrojan desmonte y también follaje», agrega mientras ríe, recordando lo sucedido.

La contaminación no es, sin embargo, un tema para reír. El río Chillón no sólo es ensuciado por los residuos sólidos, que colmatan su capacidad de conducción e incrementan la posibilidad de una inundación. Además, existen desagües clandestinos que arrojan sus aguas a la corriente, y que provienen de empresas -igualmente ilegales- textiles y de curtiembre, en los distritos de Carabayllo y San Martín. «Eso es lo que hace que se produzca un cambio en el color del agua» afirma Pedro Baras Valle, representante de la Dirección General de Gestión Ambiental de la Municipalidad de Los Olivos. «También existe el problema de la quema de desechos, que al final termina contaminando el aire de la zona», agrega su compañera, Mercedes Huarino Chura.


Lo que comes es lo que eres
Los problemas ocasionados por la contaminación del valle no terminan aquí. Las aguas polutas provenientes de la cuenca media son desviadas en el distrito de San Martín hacia diversas acequias que sirven como canal de regadío para plantaciones de chala y cebolla china, entre otros cultivos de tallo corto. La primera es utilizada para alimentar al ganado bovino, caprino y ovino que se cría por los mismos pobladores de la zona, y cuyo destino son los mercados cercanos y los puestos de La Parada, los cuales son también el paradero final del segundo tipo de planta.

Los mismos agricultores de la zona reconocen que las aguas con que riegan sus plantaciones no son para nada saludables. Toda la basura proviene «de la acequia que la población bota», manifiesta Rubén, un sexagenario trabajador de las plantaciones de chala. «La Municipalidad no viene por acá, no recoge la basura», continúa.

Del mismo modo, tanto en San Martín como en Ventanilla existe ganado porcino que es alimentado con los restos que se depositan diariamente en las riberas del río Chillón. A pesar de que los Concejos de dichos distritos lo nieguen fehacientemente, el ingeniero Alva de DIGESA y los representantes de la Municipalidad de Los Olivos, Baras y Huarino, son categóricos al afirmar que los cerdos que se crían en estas zonas son mantenidos a base de la basura depositada en las riberas, según ellos mismos han podido apreciar. Este hecho también ha sido confirmado por los mismos pobladores al ser entrevistados.


Educar para no tener que limpiar
La educación es la mejor arma para combatir todos y cada uno de estos males. Las Municipalidades, con el apoyo de la empresa privada, tienen el deber de realizar programas de concientización, sobre todo en las escuelas, ya que, finalmente, son siempre los niños los más afectados. De igual manera, se debe mejorar el servicio de recojo de la basura producida por los hogares de las zonas del valle, además de implementar los servicios de agua y desagüe. En algunos casos, sin embargo, el problema es definitivamente un poco más complicado debido a la confluencia de diversos factores, como en el de Chuquitanta.

La elección de un futuro distinto para el río Chillón está en la capacidad de educar a la población, por parte de quienes tienen (o deberían tener) el conocimiento y la capacidad para revertir la situación: las Autoridades.





Chuquitanta: El pueblo que ya una vez el río se llevó

La urbanización de San Diego está ubicada en el distrito de San Martín, a orillas del río Chillón, en el límite con Puente Piedra, Los Olivos y Ventanilla. Chuquitanta es el asentamiento más joven de la zona, con casi tres décadas de antigüedad. Jaime llegó hace 5 años: «Me vine a vivir aquí de San Juan de Lurigancho. Compré mi terreno y me vine con mi familia».

A Jaime lo encontré un domingo, junto con su esposa e hija, lavando la ropa en un puquial en la margen derecha del río. «La gente viene acá, como no tenemos agua potable entonces la gente trae su ropa para lavar, y los niños aprovechan para bañarse y para pescar». En todo el perímetro del manantial, varias decenas de personas están haciendo lo mismo que Jaime. A unos pasos de él, un hombre se lava los dientes y la cara en la misma agua en que, varios metros más allá chapotean unos cuantos niños.

Durante la época de verano, el puquial crece, y toda la población de Chuquitanta se vuelca a él para realizar días de campo. En verano, sin embargo, también aumenta para el asentamiento el peligro de una inundación. Ya en 1981 se produjo una crecida que arrasó con toda la zona, y desde entonces los desbordes han sido periódicos.

Actualmente se han construido barreras de contención en ambas márgenes del río. El peligro sigue siendo, sin embargo, latente. Chuquitanta está ubicada sobre lo que alguna vez fuera el cauce del río Chillón. La acumulación de residuos sólidos vuelve el peligro aún mayor, de modo que las medidas preventivas tomadas hasta el momento son insuficientes.

Jaime sigue lavando. «La gente bota su basura al río y a la acequia. Lo que pasa es que aquí el camión de la basura viene una vez a la semana, pero igual la gente sigue botando su basura al río. Lo que pasa es que como la mayoría de gente de aquí no tributa, entonces la Municipalidad no se preocupa».

La acequia de la que habla Jaime recorre la margen izquierda del río y, así como recoge los desperdicios de todos los lugares por donde pasa, también riega las plantaciones de la zona. Jaime habla también de ratas y de zancudos como «algo natural de las acequias», y me es inevitable recordar las epidemias de dengue y bartolenosis que hasta hace poco han remecido las páginas de los diarios.

Dejé a Jaime continuar con su faena, y mientras me alejo me alegro de que, por lo menos este año, el fenómeno del Niño no vaya a ser tan intenso. Al menos eso dicen. ¿Me parece o está empezando a llover?

lunes, 2 de octubre de 2006

Héctor al Congreso

Ya tengo 25 años. La Constitución Política del Perú estipula que, para ser Congresista de la República, uno debe ser peruano de nacimiento, haber cumplido 25 años y gozar del derecho de sufragio. Yo:

  1. tengo el orgullo de ser peruano y soy feliz de haber nacido en esta hermosa tierra del Sol;
  2. tengo un cuarto de siglo de existencia, y
  3. voté por los candidatos menos peores de todas las elecciones que han habido desde el '99 hasta ahora y no he sido recluido por ningún crimen (y no, no me es posible reemplazar el sincero aunque ambiguo "sido recluido por" por lo que sería un falaz "cometido").

Hoy me di cuenta de que ya puedo ser Congresista. Mejor dicho, hoy me di cuenta de que ya tengo edad para ser Congresista. Todos los que me conocen bien saben a qué me refiero: no, hoy no es mi cumpleaños, hoy es sólo un día más en que me siento un poquito más viejo que en los noventas.