sábado, 31 de mayo de 2008

NO QUIERO MORIR POR TU VICIO
31 de mayo: Día Internacional del No Fumador

Publicado en la edición de mayo
de la revista Cliché

Puedo decir que por lo menos la mitad de mis amigos son fumadores, y no sólo ellos, sino la gran mayoría de gente que frecuenta los mismos lugares que yo. Cada vez que salgo de una discoteca, concierto bajo techo o de una fiesta o reunión de cumpleaños, es inevitable que mi ropa y mi pelo queden oliendo a humo de cigarro. Protesto un rato, después me calmo y me voy a dormir, pero vuelvo a renegar al día siguiente, cuando me doy cuenta de que, aun tras haberme bañado, el olor a pucho no ha desaparecido de mi cabello.

El problema no me afecta directamente en tanto que considero que los fumadores saben en lo que están metidos -a estas alturas no creo que nadie desconozca los perjuicios que provienen del vicio de fumar-, y si ellos desean morir de cáncer al pulmón o de derrame cerebral, pues esa es su decisión. Las cosas cambian, sin embargo, cuando algunos -entre los que me incluyo- están obligados a respirar esa mezcla de nicotina, alquitrán, monóxido de carbono, oxidantes e irritantes que están contenidos en el humo del cigarrillo.

Mucha más pena me da cuando veo a menores de edad fumando. Venderles cigarros está más que prohibido en nuestro país y, si yo noté que ellos no cuentan con la edad suficiente para fumar, pues es obvio que aquel quien les vendió los cigarrillos pudo notarlo también.

Mi decisión de no fumar obedece a razones de salud y a razones personales. La adicción al cigarrillo puede causar diferentes tipos de cáncer, enfermedades del corazón, deficiencias respiratorias, males circulatorios (incluyendo la "impotencia", tan temida por nosotros los caballeros y camuflada ahora bajo la casi metafórica definición de "disfunción eréctil"), defectos de nacimiento (que incluyen discapacidad mental y física) y enfisema. No fumar no me asegura que no pueda algún día padecer de alguno de estos males, pero fumar aumenta de manera considerable la probabilidad de sufrirlos. Tampoco quiero tener mal aliento, uñas y dientes amarillos, o ponerme histérico cada vez que no pueda fumar.

Julio Ramón Ribeyro cuenta en sus memorias que, mientras estaba en París y vivía de una subvención, antes de abrir el sobre del cheque que le llegaba por correo cada mes, necesitaba fumarse un cigarrillo, no importa que tan pobre o hambriento estuviese. Como todo buen escritor peruano, pasó hambre y frío en la Ciudad Luz, pero no se libró de este ritual (fumar antes de abrir el sobre de su cheque) a pesar de sus apuros económicos y, podrá haber sido un excelente cuentista, pero su manía era tan absurda como la del más común y vulgar de los fumadores. Eso sin contar que su vicio le costó perder gran parte de su estómago y finalmente lo llevó a la tumba.

Las personas que fuman contaminan mi cuerpo y el de los demás. Mucho peor aún, las empresas que venden cigarrillos conocen los problemas que provienen de la práctica de fumar, pero siguen ofreciendo su mercancía sin ningún remordimiento. Mi carencia del hábito de fumar, en cambio, no afecta a nadie. No corrompo la salud ni de niños ni de grandes, ni la mía propia, al no prender un cigarrillo.

Por eso, y con mucho orgullo, que este 31 de mayo voy a celebrar el Día del No Fumador. Y obviamente que no lo haré prendiendo un cigarro.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Qué rico es el asado con puré...


Qué rico es el asado con puré, me parece que no lo comía hace millones. Gracias a Santa por un almuerzo que extrañaba hace demasiado tiempo.

sábado, 10 de mayo de 2008

El corazón los une: Querer un hijo a la distancia

Versión original del artículo publicado
bajo el título de "Fundidos en un solo corazón"
en la primera edición de la revista
"Peruanos en USA", en mayo de 2008.



Durante dos décadas, Rosa María había compartido el Día de la Madre con toda su familia: su esposo Erick, su hijo mayor Erickson y, eventualmente, el pequeño Aldhair. Este año, sin embargo, será diferente. Un nuevo reto pone a prueba el cariño que une a esta familia sanmiguelina, pero la promesa de un futuro mejor y, sobre todo, la esperanza de un próximo reencuentro, mantienen el cariño de los protagonistas de esta historia a través de los miles de kilómetros que los separan.


No fue difícil llegar a la casa en la que Erickson vivió hasta diciembre del año pasado, a pesar de ser la primera vez que vengo. Toco el timbre y se abre una pequeña ventana en la puerta de metal y vidrio. Los ojos inquietos de Aldhair, hermano menor de Erickson, me observan mientras pregunta mi nombre. «Soy el reportero de Peruanos en USA, he venido a entrevistar a la señora Rosa María», le respondo. Me abre la puerta y tras él aparece su madre, una mujer de cabello corto con un aire amable y sincero. Me saluda con una sonrisa y me pide tomar asiento.

Rosa María es un ama de casa que tiene, además, un negocio de menús para trabajadores de la zona. Entre esta última actividad y las labores de su hogar se le va la mayor parte del día. Es recién durante la noche que puede comunicarse con su hijo Erickson, quién partió a los Estados Unidos el año pasado, en diciembre, a través de un programa laboral de verano para estudiantes universitarios.

Este será, pues, el primer Día de la Madre que pasará sin su hijo mayor.

- ¿Cómo era la vida de su hijo Erickson antes de irse a los Estados Unidos?
- Bueno, él fue muy hábil desde niño y siempre lograba sus objetivos -me responde Rosa María, sin disimular su orgullo de madre-. Desde pequeño destacaba en todo lo que se proponía hacer, no sólo en el estudio sino también en el deporte. Le gustaba mucho el fútbol, incluso estuvo en el club Alianza Lima en dos oportunidades, cuando tenía 5 y 9 años. En secundaria siguió siendo un buen alumno. Comenzó a estudiar inglés desde que entró al 2do de secundaria y terminó en tres años. Acabó 5to de secundaria en primer puesto y antes de salir del colegio ya había ingresado con tres cuartos de beca a la Universidad Privada de Piura. Actualmente cursaría el séptimo ciclo de economía.
- ¿Cómo toma la decisión de quedarse en Estados Unidos?
- Él decide viajar a los Estados Unidos con ese programa para ir a trabajar por los tres meses de verano, retornar al Perú y seguir con sus estudios, pero estando allá toma la decisión de quedarse. Ha sido un poco difícil para nosotros de aceptarlo, pero también, al darle esa libertad de ir a Estados Unidos, sabíamos que podía tomar esa determinación. Viendo perspectivas, él me dijo un día: "Mami, yo creo que acá puedo estudiar, tengo la posibilidad de repente de postular a una visa de estudiante y, luego de que me la den, empezar a estudiar". Y creo que ese es su nuevo objetivo. Él me dice: "Lo que yo estudié en Perú de todas maneras me sirve, porque está en mis conocimientos y yo los he aplicado en el trabajo y como persona". Entonces, el tomar la decisión de quedarse es ahora un nuevo reto para él y que nos demuestra que nos ama mucho a nosotros.

Rosa María se detiene por un momento, toma un breve aliento y prosigue.

- Erickson nos extraña porque tiene mucha tristeza de estar solo, pero "el objetivo son ahora ustedes", me dice, "yo veo por ustedes", y quiere que prepare a su hermano de la misma manera que me dediqué a él, porque más adelante piensa llevarlo.

El rostro de la madre de Erickson adopta ahora un tono un poco más serio al que había tenido hasta ahora, pero sin perder la expresión afectuosa con que habla de su hijo. Continúa.

- "Primero", yo le digo, "tienes que realizarte tú. Una vez que te has realizado tú, recién puedes pensar en tu hermano. Tu papá y yo nos encargamos acá de Aldhair, en apoyarlo, en darle lo mejor, pero ya más adelante se verá eso".
- ¿Cuál es el principal objetivo de Erickson al quedarse allá? -le pregunto a Rosa María.
- Primero, ahorita, es ver la manera de seguir estudiando. Él quiere de todas maneras seguir estudiando porque lo extraña. A veces me dice: "Mami, extraño agarrar un libro". Y eso es en lo que yo siempre me mantengo como mamá. Le aconsejo: "Tú podrás haberte quedado allá y, a veces uno puede trabajar en muchas cosas que no son las que uno quiere, pero, si tu objetivo es estudiar, trata de cumplirlo". Eso es lo que le aconsejo siempre.
- Esta es la primera vez que Erickson se aleja por tanto tiempo de su familia ¿Cómo ha cambiado su relación después de que él se ha ido?
- No creo que haya cambiado. Él siempre ha sido poco comunicativo en sus cosas personales. Recién cuando las realiza, nos cuenta de qué se trata. Pero yo como mamá siempre intuyo en él las cosas que él quiere hacer, siento cuando está triste, cuando está alegre. En realidad no ha cambiado la relación con nosotros, porque él siempre me dice "siempre estoy al pendiente de ustedes, siempre pienso en ustedes, y lo que yo haga siempre va a ser por ustedes".

Erickson llegó a los Estados Unidos a trabajar como ayudante de cocina en un hotel de Atlantic City, en New Jersey. Tras culminar su período de trabajo, decidió permanecer en la tierra del tío Sam para empezar una carrera universitaria. Tras contactarse con un amigo de su colegio en Lima, quién vivía y estudiaba hace ya algún tiempo en Florida, decide mudarse a este estado pues consideró que esa era su mejor opción.

- En Florida -prosigue Rosa María-, Erickson piensa conseguir trabajo. Un amigo suyo que estudia medicina cibernética va a guiarlo para saber qué es lo que debe hacer para postular a la universidad. Mi hijo ya ha tramitado su visa de estudiante, pero eso demora entre tres y ocho meses, y él no tiene ni un mes que la ha pedido. Bueno, como él siempre ha sido un alumno destacado me ha pedido sus documentos porque quiere solicitar una beca.

Rosa María se retira un momento y regresa con algunas de las medallas e insignias ganadas por su hijo mayor durante su vida escolar y universitaria. Mientras me las muestra, puedo percibir en su mirada el orgullo de madre, más que evidente, y su firme confianza en las capacidades de su hijo.

- ¿Usted se ha puesto a pensar en que quizás no volverá a ver a Erickson en mucho tiempo? -le pregunto.
- En realidad sí. Ahora estoy tranquila, pero mi hijo me cuenta los momentos difíciles que ha pasado tras tomar la decisión de quedarse. Lo que pasa es que ha gastado plata en documentos y otras cosas, y luego viene la falta de dinero. Cada vez que converso con él, siento que algo pasa y que él no me lo dice. A veces me dice: "Yo quiero que tú sientas que estoy bien, que todo el tiempo estoy bien, no que estoy pasando por algo malo, que me siento mal o que me siento triste". Y cuando él me dice esas palabras es porque hay algo, es porque está triste, porque está solo. Pero bueno, a veces soy yo la que me pongo un poco nerviosa, pensando en que ojalá que esté todo bien. Siempre me encomiendo a Dios, soy muy creyente y confío en Él para que lo ilumine y le guíe en su camino.
- ¿Cómo definiría sus sentimientos respecto a que su hijo esté tan lejos y no sepa cuándo volverá a verlo?
Ojalá que no cambie, porque muchas personas dicen que los hijos cambian, pero la vida los hace cambiar a ellos, porque un poco la dureza, la manera fría de vivir los hacen cambiar, pero tengo fe en que el cariño, la enseñanza, la manera cómo hemos enfocado la vida con ellos creo que queda marcado y creo que eso va a hacer que la unión se mantengan mientras la comunicación, mientras nos digamos ese cariño que sentimos pienso que no va a romperse porque nos quiere mucho, siento que nos quiere mucho, pero ojalá que no cambie, tengo fe en que no va a pasar eso.

- ¿Cómo se imagina el reencuentro?
- ¡Ay, Dios mío! -exclama Rosa María, mientras su mente parece volar por un instante hacia aquel ansiado momento-. A veces pienso en cómo quisiera que ya hayan pasado 5 años, porque ese es más o menos su proyecto. Ya quisiera que hubieran transcurrido ese tiempo para volverlo a tener con nosotros. Cuando se fue, algo me decía: "Dios mío, él se va a ir y no va a regresar", pero yo me despedí con todas las ganas y dándole los mejores consejos, quizás porque en el fondo yo sabía que no volvería a verlo en mucho tiempo.

Los sentimientos que la embargaron cuando despidió a su hijo, cuatro meses atrás, en el aeropuerto, parecen inundarla de nuevo. Lo noto en sus ojos, que brillan al humedecerse un poco mientras habla. Rosa María se ríe levemente, como para darse ánimos, y continúa.

- Yo siempre soy llorona en esa parte, siempre estoy pensando en él y quisiera que el tiempo pase más rápido ahora. Aunque él me dice: "Mamá, tienes que vivir tranquila, tienes que estar con mi papá, con mi hermano, dedicarte con él; olvídate un poco de mí y dedícate más a mi hermano", pero a veces no se puede. En mi mente siempre mi hijo, en la mañana, en la tarde, en la noche, así no me comunique con él, pero ahí lo tengo. Pienso que está acá, y aunque sé que estando lejos va a ser más difícil, siento muchas cosas por él. Quisiera que pase el tiempo rápido y que salgan las cosas bien, que demuestre que puede hacer las cosas bien y sólo pido que, donde esté, lo cuiden y lo guíen.
- ¿Cómo se imagina que será su primer Día de la Madre sin Erickson?
- Bueno, va a ser difícil. La Navidad pasada, dentro de mí, decía: "No, los tres (mi esposo, Aldhair y yo) no podemos pasarla solitos porque va a ser muy triste". Felizmente, una de mis cuñadas nos invitó a su casa. Ella tenía Internet y webcam. Entonces, mi hijo pequeño nos dijo: "Mamá, nos vamos donde mi tía porque es ahí vamos a poder hablar con mi hermano", así que eso hicimos. Erickson ha pasado una Navidad feliz con sus primos y sus tíos allá. Bueno, él ha sentido de todas maneras la ausencia de su propia familia. La pasamos tranquilos, conversamos antes de las doce y después me dijo: "Mami, nos vamos a ir a cenar", porque nos llevamos 1 hora de diferencia. "Acá hacen una Navidad para los niños", me dijo, "porque hay muchos niños y les hacen vivir la Navidad, diciéndoles que llega Papá Noel".
- Porque Erickson los ha ayudado a hacer como que Papá Noel bajaba -añade, emocionado, Aldhair, quien ha estado todo el tiempo junto a nosotros, escuchando nuestra conversación.
- Pero yo me quedé contenta de verlo -continúa Rosa María-. Y ahora, para el Día de la Madre, lo único que me queda es estar en casa y esperar a que mi hijo me salude temprano, pero de todas maneras voy a sentir su ausencia. Él siempre está al pendiente de nosotros, de su mamá, de su papá, de su hermano. A Aldhair siempre le para aconsejando, todos los días: "hazle caso a tu mamá", porque sabe que su hermano es terrible -Rosa María y yo nos reímos, aunque al pequeño no parece hacerle tanta gracia-. Pero bueno, tenemos que aprender a superar con el corazón cualquier impasse que se nos presente, sobre todo la ausencia. Es el corazón el que nos une: estamos lejos, pero los sentimientos son los que nos hacen presentes a pesar de la distancia y los que nos hacen que estemos siempre unidos. Yo creo que es así.

Nadie sabe a dónde lo llevarán sus propios pasos. Erickson emprendió su nuevo camino pensando que era lo mejor para él y para los suyos. Su decisión lo ha alejado físicamente de su familia, pero lo ha unido más a ella en el corazón, como bien lo dice Rosa María. Mientras tanto, el teléfono y la Internet son la única forma de estar al tanto los unos de los otros. A ambos lados de los miles de kilómetros de línea telefónica que los separan, ellos esperan: por una vida nueva, por un próximo reencuentro, por aquel Día de la Madre en que podrán estar, nuevamente, juntos los cuatro.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Exercice de Français incorrigé

Les forces de l'hier et les promesses de domain,
mes démons et tout les espoirs que les gens mettent sur moi,
ils ne sont rien sans toi
parce que je n'ai pas la volonté d'ecrire mon histoire
quand tu m'as quitté.

Resumen del MANUAL DE PERIODISMO

En el año 2005 tuve el privilegio de estudiar con uno de los mejores profesores que he tenido en mi carrera de Periodismo, el señor Julio Aliaga. Estuve entre los pocos afortunados que pudieron asistir a sus clases, ya que sólo enseñó en mi universidad durante un ciclo, pues lamentablemente nuestro país es ingrato con los talentos como el suyo.

El curso que impartió el profesor Aliaga se llamaba Información Periodística, y era el primero en que probábamos en carne propia lo que era "salir a la cancha". Más que grandes logros (que fueron pocos si es que no ninguno), lo que me quedó de esos días fueron las bases para el resto de mi carrera. Uno de los libros que debimos leer fue el Manual de Periodismo de Vicente Leñero y Carlos Marín, al cual recurro hasta el día de hoy. A propósito del curso, realicé un resumen de dicha publicación y que espero sea de ayuda para mis futuros colegas. Provecho.



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